Buenas noches!
Hace casi un año que no me paso por aquí, y ya me daba la sensación de que era un adiós para siempre, pero como siempre las cosas no son lo que parecen y aquí estamos de nuevo. Estamos escribiendo reflexiones de las 12 de la noche, de un día largo y previo a otro que lo será más, lleno de maletas viajes, risas y sorpresas.
Ha pasado un año...la verdad es que no miento si digo que todo sigue igual, pero tampoco si digo que todo lo ha hecho. Sigo pensando que qué extraño esto de vivir, donde, cuando nos damos cuenta de que las cosas están cambiando, es que ya lo han hecho, donde un pensamiento simple puede encender las chispa de un incendio que queme todos los trastos viejos que estaban en tu mente y deje espacio para muchas y muy buenas cosas que están por llegar.
Sigo sentada en el mismo sitio, enfrente del abuelito que me deslumbra con aquella lámpara que gasta más de lo que debería, pero que me entretiene en las tardes frente al ordenador, pero por otro lado creo que he cambiado mucho, espero que para bien. Tranquilos, sigo siendo yo, pero de otra manera.
Tal vez los pequeños cambios o los más importantes, son aquellos que llegan poco a poco, casi sin que nos demos cuenta, cuestionándonos, interrumpiendo nuestros pensamientos, haciéndonos reflexionar, haciendo replantearnos las pequeñas cosas de cada día que llevan a las grandes, a la vida. Pequeños proyectos en los que te embarcas que te sacan de tu zona cómoda, de confort y te menean por dentro recolocándote y poniéndote en nuevos lugares, distintas perspectivas y otros ambientes que te hacen crecer y madurar.
Puedes cambiar de lugar, gente que viene y va, gente que llega y gente que se va, pero de lo que empiezo a estar segura (si es que estoy segura de algo) es de que, estés donde estés, siempre vas a estar contigo misma. Y si, puede sonar a obviedad, pero creo que mucha gente no se da cuenta de eso, no profundiza en los cambios internos, no se preocupa por conocerse, por conocer sus límites, ver de lo que es capaz. Pasa por la vida de puntillas, viviendo la vida que otros quieren que viva porque es mucho más fácil quejarse de la vida que otros han elegido para ti que luchar por vivir la tuya propia al cien por cien. Y con esto no me refiero a salir sin pensar en el mañana y morir joven, sino a vivir como tu quieras, a ser consecuentes con lo que cada uno decide, con los caminos que toma y las elecciones que hace.
Somos adultos señores. Podemos seguir haciendo el chorra, riéndonos a destiempo, hacer el tonto y cantar en la ducha, espero que nunca dejemos de hacerlo. Pero llega un momento en la vida en que te das cuenta de que esto es lo que hay, nada más y nada menos, y ahí vas a vivir, no hay padres que respondan por ti ni profesores a los que culpar ni siquiera una sociedad que te mueve a ello. No. Todos tenemos ojos, cabeza y sobre todo pies y manos.
Todo esto para hacer con ello lo que queramos, lo que soñemos. Pero con trabajo, esfuerzo, perseverancia. Estoy harta de la gente del NO PUEDO, cuando en realidad es un NO QUIERO. Todos podemos todo, pero tal vez lo que no queremos comprometernos y renunciar a las otras tantas cosas que nos apetece hacer en este mismo instante.
Nadie dijo que fuera fácil esto de vivir, pero qué emocionante es.
¿Me estaré convirtiendo en una persona positiva? Oh, Dios.
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