viernes, 13 de abril de 2012

Teatro para pensar

     Se me hace raro volver es escribir aqui después de tanto tiempo. Ah, aquel 16 de Junio con un verano por delante maravilloso...calor, sol....una pena; no ahora, con trabajos, entregas, pseudoprimavera. No sé como llevar esto sin que resulte forzado, deprimente.Alla voy.
     Hoy ha habido sesión de teatro en el colegio. Yo tenía, tengo que hacer un maravilloso trabajo sobre mi amado Carlos IV (guapo como ninguno), pero las ganas de ver la obra y más bien las no ganas de hacer el trabajo me han arrastrado allí. Y me ha gustado. Mucho. No ha sido como me esperaba. La verdad, los años pasados se trataba de un teatro cómico, grato, gracioso, pero este año ha sido diferente, o soy yo la diferente. Ha sido una obra más dura, más áspera que me ha hecho pensar sobre los temas que se plasman de forma transversal, la libertad y la soledad.

     Llevo tiempo pensando y es un tema que en cierta medida me asusta. Tal y como comienza el teatro, tal vez seamos todos peces en un mar en el que el pez más grande se come a los pequeños, pero lo peor de todo, tal vez seamos peces domesticados, amaestrados, imbuidos de una arrogancia y seguridad en nosotros mismos que no manejamos independientemente. Los personajes de esta obra se creen independientes, con futuro, con ambición algunos, con miedos otros, pero al final todos caen en las redes del sistema en el que se encuentran. cada uno toma sus decisiones, tienen hijos, se unen, se separan, son despedidos, son jefes etc, pero en el fondo están vacíos, solos, haciendo un papel que les han entregado, que han decidido por ellos sin plantearse otro modo de vida, en el fondo sin libertad.

     Reflexiono, miro a mi alrededor y veo lo mismo. No quiero formar parte de los millones de personas que van a hacer la compra de la semana el viernes, que visten de gris en la oficina compartimentada, que ven los mismos programas de televisión, leen los mismos libros; dos hijos, un sueldo decente, una casa en la playa, y nada más. Esto no quiere decir, que no quiera eso, sino que no lo quiero así, moviéndome como un autómata, marcándome unas metas que la sociedad me impone, no yo, y teniendo miedo de fracasar, mucho miedo. En esta época en la que las oportunidades de trabajo escasean, o eso dicen, lo más común es meter la cabeza de lleno en la pecera y dejar que la corriente te lleve, sin pensar si lo que haces es lo más correcto, sin sentir.

     Dentro de dos años o más si puede ser, estaré en ese mundo de entrevistas, de ropa gris, americanas, snobismo, peloteo y pisoteo, la ley del más fuerte. Y me niego a jugar el mismo papel, a que mi vida la rijan las cuentas de la empresa, los emails que puedo mandar por minuto, lo bien que prepare los cafes y me calle lo que pienso. Los personajes del teatro estaban solos, sin nadie a quien le importara lo que les ocurría, estaban vivos pero encerrados.

     Nuestros padres nos dan educación, que es lo mejor que pueden darnos. Lo es, pero muchas veces me planteo si realmente es la mejor vida aquella a la que todos aspiramos; esa en una gran ciudad, con un buen trabajo, con un sueldo fijo, un piso y un coche. Todo materialismo. Con un traje como uniforme para trabajar, un despacho elegante, unos papeles que firmar, pero tan solos. Con esfuerzo nuestras familias se encargan de que tengamos las oportunidades que ellos no tuvieron, pero las decisiones hemos de tomarlas nosotros, de eso se trata crecer, amigos. En todos nosotros esta decidir si queremos formar o no parte de ese banco de peces que se mueve al unísono o si queremos vivir una vida que sea única para nosotros. Es difícil, pero es que esto de la vida, según me voy enterando poco a poco, se trata de elegir.
     

No hay comentarios:

Publicar un comentario